También llamada Síndone o Santo Sudario es, según una constante tradición y como parecen
verificar los numerosísimos estudios que se han llevado a cabo sobre
el tema, el lienzo o sábana de la cual nos hablan los evangelios: la sábana nueva y limpia en la cual José
de Arimatea, con ayuda de Nicodemo, envolvió el cuerpo de Jesús
tras su muerte en la cruz.
Es una gran pieza de lino de 4'41 m de
largo y 1'13 m de ancho (después de la restauración del año 2002), amarillenta, raída, sucia, manchada de sangre
y quemada. Actualmente se encuentra en la catedral de San Juan Bautista de
Turín (Italia).
Éste debería ser el aspecto original de la Síndone
Según las investigaciones llevadas a cabo por expertos en medicina, arqueología, historia, física, palinología, etc., ese cuerpo parece pertenecer a un hombre que ha sido golpeado, flagelado, 'coronado' con un casquete de espinas, crucificado y abierto el costado en el siglo I de nuestra era.ç
Una de las características más asombrosas de la Síndone es que se comporta como un negativo fotográfico. Esto, propiamente dicho, no es del todo exacto: las manchas de sangre no son negativas sobre la tela, sino positivas, puesto que se formaron por contacto directo con el cuerpo ensangrentado. Por tanto presentan un color blanco en los negativos fotográficos y rojo oscuro en los positivos. Es la figura del cuerpo (impronta) la que tiene el carácter negativo, con sus claros y oscuros invertidos.
Las imágenes, frontal y dorsal, están invertidas en la Síndone, en el sentido de que la parte derecha aparece a la izquierda, y viceversa (como si el cuerpo se reflejara en un espejo). Y las manchas de sangre, aunque no tengan invertido el claro-oscuro, sí presentan invertida su figura (derecha-izquierda) como toda la imagen.
Aclarado esto, estamos en condiciones
de entender que el negativo fotográfico de la Síndone nos dará,
por así decirlo, el cuerpo mismo sobre la tela.
Pero la singularidad más
llamativa de las imágenes sindónicas es su tridimensionalidad:
singularidad tan excepcional que es única. Tridimensionalidad quiere
decir que la intensidad del colorido de las imágenes es inversamente
proporcional a la distancia que separaba, en cada punto, la tela del cadáver
que ha dejado su impronta en ella. Ésta es como un registro de los relieves
volumétricos de aquel cuerpo. Por consiguiente, midiendo la intensidad
de este colorido, se puede perfectamente calcular y reproducir, como en una
estatua, el relieve del cuerpo envuelto por esta tela.